La historia del tatuaje en Japón, también conocido como «irezumi» (入れ墨) o «horimono» (彫り物), es muy rica y compleja además de extensa ya que se remonta a miles de años y aunque sus orígenes no son muy exactos, desde muy temprano en las primeras tribus asiáticas, este recurso se empleaba a manera de mostrar estatus o simbolizar logros, aunque también servían como símbolo de identidad.
Más allá de la piel, los tatuajes japoneses cuentan historias de honor, castigo, belleza y resistencia. Desde sus orígenes ancestrales hasta las prohibiciones y renacimientos, exploraremos la fascinante evolución de esta práctica artística en el archipiélago nipón.
Historia del Tatuaje en Japón
Orígenes
Las primeras evidencias de tatuajes en Japón se encuentran en el período Jomon (14,000 a.C. – 300 a.C. aproximadamente) pues durante este período, las marcas en las figuras de arcilla y las herramientas de tatuaje sugieren que las comunidades de aquella época utilizaban los tatuajes con fines decorativos y rituales además que los tatuajes en esa época probablemente tenían significados espirituales, sirviendo como talismanes protectores o símbolos de estatus dentro de la tribu.
En las islas Amami y Ryūkyū, las mujeres se adornaban con el hajichi, un tatuaje que cubría desde los dedos hasta el codo, simbolizando su unión matrimonial además que los patrones y significados variaban de isla en isla, pero todos compartían un profundo significado cultural y espiritual. Al norte, los pueblos Ainu también tenían una rica tradición de tatuajes faciales y en las manos, mientras que los registros históricos como el Kojiki y el Nihon shoki mencionan la práctica del tatuaje en diversos grupos étnicos, a menudo asociada con ritos de paso, estatus social o incluso castigos.
Durante el período Kofun (300 – 600 d.C.), la práctica del tatuaje continuó evolucionando y aunque los registros históricos son limitados, se sabe que los tatuajes eran utilizados tanto por nobles como por plebeyos aunque luego los tatuajes también empezaron a ser empleados para castigar a los criminales, una práctica que más tarde se haría más común y que cambiaría la percepción de estos en la sociedad japonesa.
Con la llegada del período Heian (794 – 1185), el uso de tatuajes como marca de criminalidad se consolidó pues los tatuajes eran utilizados por las autoridades como un medio de identificar a los delincuentes reincidentes, lo que llevó a la estigmatización de esta práctica y esta asociación negativa se mantuvo durante varios siglos, afectando la percepción social del tatuaje.
Cultura y Arte
Sin embargo, fue durante el período Edo (1603 – 1868) cuando el arte del tatuaje japonés realmente floreció pues los grabados ukiyo-e desempeñaron un papel fundamental en la popularización de los tatuajes en Japón, pues artistas como Utagawa Kuniyoshi, inspirado en la novela china Suikoden, representaron a sus protagonistas con cuerpos completamente tatuados, convirtiéndolos en símbolos de valentía y justicia; estos héroes tatuados se convirtieron en modelos a seguir, y su imagen se difundió rápidamente gracias a los grabados.
Esto marcó un punto importante en la historia del tatuaje en Japón pues los tatuadores comenzaron a desarrollar técnicas más sofisticadas y a crear diseños más elaborados y empezamos a ver que los tatuajes de esta época eran grandes, cubriendo amplias áreas del cuerpo, y presentaban una variedad de motivos, como figuras mitológicas, guerreros, dragones, carpas koi, y flores; estos tatuajes no solo eran una forma de arte, sino también una declaración de identidad y resistencia.
El kabuki, por su parte, amplificó esta tendencia pues actores como los representados por Utagawa Kunisada lucían tatuajes en el escenario, y pronto se hizo común que los actores de kabuki utilizaran prendas especiales debajo de sus kimonos para simular tatuajes en escena; esta representación teatral influyó en el público, quienes comenzaron a asociar los tatuajes con la virilidad, la rebeldía y el espíritu aventurero.
El Tebori y Los Pigmentos
Durante Edo, el horimono era una práctica común y nadie intentaba ocultarlo además que antiguamente los tatuajes se hacían completamente a mano con varillas de bambú y agujas con la técnica llamada tebori (手彫り) traducido como “tallado a mano” y los únicos colores disponibles eran sumi (墨) o tinta negra japonesa y pigmento bermellón (tipo de rojo); aunque el método es lento y doloroso, se considera la forma más auténtica de obtener un irezumi, aunque los problemas surgían con este ultimo color pues incluso después de hervir y tratar propiamente la mezcla, este producía fuertes fiebres que duraban hasta 2 días luego de haber sido insertado en la piel.
Aquí puedes ver una demostración de este método de la mano del renombrado artista Kensho II. Cuenta con subtítulos en español así que dale un vistazo para ampliar la información de este punto.
Los Trabajadores
Los tatuajes encontraron un hogar particular entre los tobi, aquellos hombres que se dedicaban al trabajo manual como construcción, preparación de festivales o a las tareas de vigilancia y extinción de incendios, y los hikyaku, los mensajeros de aquella época, pues la naturaleza de sus trabajos, que exigía gran movilidad, los llevaba a optar por vestimentas más prácticas como el fundoshi (un tipo de taparrabos) y para evitar la vergüenza asociada a mostrar el cuerpo desnudo, muchos recurrieron a los tatuajes como una forma de cubrirse.
Pronto estos diseños se convirtieron en un símbolo de identidad y orgullo para estos gremios y de hecho, la sociedad comenzó a asociar los tatuajes con fuerza, virilidad y pertenencia a estas comunidades pues los tobi, en particular, eran considerados los hombres más apuestos de Edo, y sus tatuajes, una especie de insignia de honor que enorgullecía a sus barrios; era común que los tobi se tatuaran dragones pues se creía que estos atraían la lluvia, por lo que para ellos representaban protección espiritual y a medida que iba aumentando la demanda de este tipo de tatuajes, gradualmente su complejidad y tamaño también lo hacían.
Era Meiji y las Prohibiciones
Durante la era Meiji (1868 – 1912), Japón se abrió al mundo occidental y comenzó a modernizarse rápidamente pero en un intento por mejorar su imagen internacional, el gobierno Meiji prohibió los tatuajes en 1872, considerándolos una práctica barbárica pues los primeros visitantes extranjeros se encontraron con una cultura que les resultaba exótica y a menudo chocante, ya que prácticas como los baños mixtos y hombres tatuados vistiendo fundoshi, causaron gran asombro entre los forasteros y fueron ampliamente documentadas en sus diarios de viaje, cosa que el Gobierno consideró problemático pues temía que en Occidente estas prácticas pudiesen interpretarse como un aspecto primitivo de Japón.
En 1872, con la promulgación de una ley que los regulaba, estos pasaron de ser una expresión cultural visible a una práctica más discreta pues a principios del siglo XX, la occidentalización y la adopción de vestimentas más formales relegaron los tatuajes a la intimidad, aunque a pesar de la prohibición, los tatuadores continuaron trabajando en secreto, bajo la fachada de negocios como “dibujantes de octavillas” (ebira-ya) o “fabricantes de linternas de papel” (chōchin-ya), y estos siguieron siendo populares entre ciertas clases sociales, especialmente entre los trabajadores manuales y los miembros de la yakuza.
La introducción del confucianismo en Japón supuso un freno al desarrollo del tatuaje entre la élite guerrera, que veía esta práctica como una falta de respeto al cuerpo, sin embargo, la asociación del tatuaje con el castigo penal y la delincuencia popularizó su uso entre los marginados sociales y a pesar de las medidas represivas del gobierno, el tatuaje logró trascender su connotación negativa y se convirtió en un símbolo de identidad y rebeldía en el siglo XIX.
La prohibición oficial de los tatuajes fue levantada en 1948, después de la Segunda Guerra Mundial, aunque la estigmatización persistió pero en las décadas siguientes, el tatuaje en Japón comenzó a experimentar una lenta pero constante rehabilitación de su imagen ya que la influencia de la cultura occidental y la globalización contribuyeron a que más jóvenes japoneses empezaran a ver los tatuajes como una forma de expresión artística y personal.
Es importante destacar que estas regulaciones tuvieron un impacto devastador en las mujeres de Okinawa y del pueblo Ainu, quienes tenían una larga tradición de tatuarse ya que a pesar de la clandestinidad, quienes eran descubiertas sufrían brutales procedimientos para borrar sus tatuajes, como cirugías y el uso de ácido clorhídrico. Como resultado, este valioso patrimonio cultural se perdió irremediablemente.
Discriminación e Impacto en la Sociedad
La asociación de los tatuajes con los yakuza ha contribuido a la estigmatización del irezumi en la sociedad japonesa pues durante mucho tiempo, las personas tatuadas enfrentaron discriminación en varios aspectos de la vida diaria sin mencionar que los baños públicos, gimnasios y piscinas a menudo prohibían la entrada a personas con tatuajes visibles, una política que persiste en muchos lugares hasta hoy.
A pesar de esta estigmatización, algunos miembros de la sociedad japonesa y artistas de tatuajes han trabajado para cambiar la percepción pública del irezumi, destacando su valor artístico y cultural como el caso del teatro kabuki, donde los personajes tatuados son representaciones de fuerza y valentía, además que los artistas de tatuajes son reconocidos por su maestría en técnicas tradicionales y su capacidad para crear diseños complejos y significativos; reputación que ha llevado el estilo japonés ser altamente valorado en la comunidad internacional del tatuaje, con muchos tatuadores de todo el mundo buscando aprender y emular las técnicas y estilos japoneses.
Cambio de Percepción y Aceptación
En la actualidad, aunque los tatuajes todavía enfrentan cierta discriminación en Japón, la percepción está cambiando lentamente pues la globalización y la influencia de la cultura occidental han contribuido a que más jóvenes japoneses vean los tatuajes como una forma de expresión personal y arte, en lugar de un símbolo de criminalidad.
Aparecen más festivales de tatuajes y exposiciones de arte dedicadas al irezumi, las cuales ganan popularidad cada vez más, proporcionando un espacio para que los tatuadores y los entusiastas del tatuaje celebren y compartan su pasión por este antiguo arte, además, celebridades y figuras públicas con tatuajes han ayudado a normalizar la presencia de los tatuajes en la vida cotidiana.
Actualidad y Futuro
La historia del tatuaje en Japón es una narrativa de transformación y resistencia pues desde sus orígenes en la antigüedad hasta su evolución en un arte respetado y codiciado, el irezumi ha reflejado los cambios en la sociedad japonesa.
El interés internacional por el tatuaje japonés también ha tenido un impacto positivo en su percepción pues muchos turistas visitan Japón específicamente para tatuarse por maestros del irezumi, buscando diseños auténticos y tradicionales, una demanda que ha ayudado a revitalizar la industria del tatuaje en Japón y a promover una mayor apreciación por su valor artístico y cultural.
Hoy, los tatuajes en Japón continúan siendo un tema de debate y fascinación, uniendo tradición y modernidad en un lienzo viviente que cuenta historias de valor, dolor y belleza. La creciente aceptación y apreciación de los tatuajes tanto dentro como fuera de Japón sugieren que el irezumi seguirá siendo una parte integral y vibrante de la cultura japonesa en los años venideros.
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